Entre los prados y las colinas calcáreas del sur de Inglaterra está sucediendo algo extraordinario, que da bríos a una de las más antiguas viejas actividades del país.

El pequeño sector vitivinícola británico, motivo de chiste durante mucho tiempo, experimenta una revolución a manos de una nueva generación de profesionales que están replantando huertos y trigales con vides, y ganando premios en todo el mundo.

Desde los años 80, los viticultores británicos, concentrados en los condados galeses e ingleses del Sur, más cálidos, se han ido profesionalizando (muchos han estudiado enología) y se han concentrado en producir uvas adecuadas para el clima moderadamente frío del noroeste de Europa. Los vinos espumosos han sido su éxito más espectacular, y los productores utilizan clones de las uvas francesas pinot noir, pinot meunier y chardonnay, utilizadas habitualmente en la producción de champán.

Las tierras calizas y arcillosas de buena parte del sur de Inglaterra son notablemente parecidas a los mejores suelos de la región de Champagne, que se encuentra a poco menos de 300 kilómetros al sudeste. La similitud no ha pasado inadvertida para los productores franceses, quienes desean expandir sus negocios pero se enfrentan a las estrictas normativas, las limitaciones de la tierra destinada a los viñedos y los altos costes operativos de Francia.

La extensión dedicada a los viñedos en Gran Bretaña ha aumentado hasta alcanzar unas 800 hectáreas, frente a los pocos cientos de los años 80.

Tras la expansión hay fuertes intereses comerciales. Además, las uvas ofrecen cosechas extremadamente fiables: las cepas tienen una gran duración, producen beneficios más altos que otras frutas, como las manzanas, y se desperdicia mucho menos. Además, la producción vinícola puede utilizar parte del equipo de acero inoxidable que se utiliza en la industria lechera, cuyos beneficios han caído en picado en los últimos años.

El precio de la tierra es otro factor. En el sur de Inglaterra, media hectárea de tierra adecuada el cultivo de la vid cuesta alrededor de 4.000 euros, frente a los 400.000 que puede alcanzar en Champaña.

Actualmente los vinicultores han encontrado ahora combinaciones de rizomas y uvas clonadas que son particularmente apropiadas para el clima inglés.

En sólo cinco años de producción, uno de los productores, Ridgeview, que se dedica exclusivamente a los vinos espumosos, ha ganado docenas de medallas y premios por sus cosechas. El año pasado obtuvo el trofeo más importante de los vinos espumosos, frente a competidores de otros 55 países.

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