Entre el Océano Atlántico y el Océano Indico, está una de las zonas más bella del mundo: El Cabo de Buena Esperanza.

El vino ha sido una parte importante de la historia y la cultura de este país durante más de tres siglos. Sudáfrica es, por tanto, uno de los más antiguos productores.

Es Jan Van Riebeeck, fundador de la Colonia del Cabo que planto la primera cepa de la Table Mountain en 1656.

Al principio del siglo XX aparece el comienzo de una normalización de la industria vinícola que es, hoy en día, igual de complicada que la de Europa.

La política del Apartheid ha tenido como consecuencia una ralentización del desarrollo de la industria vinícola de Sudáfrica, reduciendo de manera importante la exportación de sus vinos así que la importación de nuevas tecnologías vinícolas. Tras el fin del embargo, Sudáfrica vuelve a encontrar su sitio en el Elite como el noveno país productor mundial de vino. El país cuenta en la actualidad con una superficie plantada de poco más de 100.000 hectáreas y una producción que ronda los 600 millones de litros, de los que exporta aproximadamente la cuarta parte.

La región del Cabo goza de un clima que podríamos identificar con el mediterráneo, presentando, además, un terruño muy montañoso. Los inviernos son fríos y lluviosos y los veranos pueden llegar a ser muy cálidos. Por ello, los frescos vientos marítimos que soplan desde el Océano Atlántico, atemperando un clima a veces riguroso, son determinantes a la hora de permitir la maduración lenta y adecuada de las uvas.

Las variedades blancas son todavía predominantes en el viñedo de El Cabo, alcanzando el 80% de la superficie plantada. La sauvignon blanc produce excelentes vinos, muy originales y de gran personalidad. La chardonnay se adapta bien a este terruño y ofrece vinos con buen equilibrio. Encontramos también buenos ejemplos de chenin blanc y de sémillon, junto con plantaciones de colombard y otras de menor entidad.

A las plantaciones tradicionales de la doméstica pinotage, cruce de pinot noir y cinsault, y a las realizadas en la década de los 70 de cabernet sauvignon, merlot y cabernet franc, se unen ahora las vareidades específicas del Médoc, como el malbec y el petit verdot. Pero son las variedades del Ródano y del Mediterráneo las que reciben la mayor atención por parte de los dinámicos viticultores sudafricanos, siendo la syrah, la garnacha y la monastrell las variedades más plantadas en la actualidad.

Las regiones más importantes de Sudáfrica son: Stellenbosch, Robertson, Paarl, Worcester, Tulbagh, Overberg y Calitzdorp, los que se ha unido muy recientemente Cape Point.

La clasificación definitiva es la de estate, que define la unidad que posee una o varias propiedades colindantes, que elabora en su propia bodega y embotella su producción.

La calificación de 'Estate' suele adornar las etiquetas de las mejores bodegas sudafricanas.

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