La importancia de la temperatura.

Todo el mundo sabe que el vino blanco caliente es una abominación, pero también lo es el vino tinto, y es mucho más habitual hoy en día que el blanco templado. El problema es la calefacción central.

La “temperatura ambiente”, el axioma tradicional para el vino tinto, no hace referencia a las temperaturas de los ambientes con calefacción central de hoy en día, de unos 21ºC. Significa 18ºC como máximo y esto para los vinos tintos de mucho cuerpo y tánicos.

La mayoría de los burdeos se sirven mejor un grado más fríos, los pinot noir (incluidos los borgoña), todavía un poco más fríos, y un número cada vez mayor de tintos modernos, los elaborados con un estilo relativamente limpio de taninos, suaves y afrutados, para ser bebidos jóvenes, son deliciosos si se sirven en cualquier punto entre unos 12ºC, como el beaujolais, y unos moderados 16ºC.

Una vez dicho todo esto, obviamente el consumidor no va por el mundo introduciendo un termómetro de vino en cada copa con la que se tropieza. La sensación al tocar o tomar con la mano la botella ya es un juicio suficientemente adecuado para calcular la temperatura –tal vez mejor, dado que tiene en cuenta la temperatura atmosférica como la ambiental, y ciertamente un vino que adolezca ligeramente de estar demasiado frío puede calentarse rápidamente colocando las manos alrededor de la copa.

 

 

Sí, de todos modos, usted es lo suficientemente afortunado como para disponer de un vino con una temperatura de bodega adecuada, de, por ejemplo, 11-12ºC hasta 18ºC, va a tener que dejarlo a temperatura ambiente unas tres horas, o ponerlo en un cubo de agua tibia durante unos veinte minutos.

Si necesita enfriar un vino tinto, puede sencillamente introducir el vino en la nevera; deberá permanecer en ella unos veinte o treinta minutos, pero esto depende de la temperatura inicial del vino, de la temperatura a que quiera servirlo y de la temperatura de la nevera.

También puede hacer uso de métodos más rápidos, como un cubo con hielo y agua, el congelador o el jardín trasero en inverno, pero vaya con cuidado si tiene que someter a este proceso a un vino viejo y frágil.

 

 

Los vinos blancos deben servirse a una temperatura de entre 6ºC y 11ºC pero, al igual que los tintos, es preferible pecar por frío (los vinos helados se calientan rápidamente en la copa). Como indicación, pero sin ánimo de sermonear, los blancos con mucho cuerpo y no especialmente ácidos –sobre todo los chardonnay y los borgoña de buena calidad- son los que hay que servir en el extremo más alto del espectro.

Los vinos más ácidos, como el sauvignon, el riesling y el albariño, deberían servirse más fríos, igual que los vinos dulces, el champaña y los vinos con poco cuerpo y aromáticos, como el moscatel seco. Otra norma útil consiste en que, cuanto más barato es el vino, ya sea espumoso o no espumoso, seco o dulce, más frío debe servirse.

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